
SARITA, YOLANDA Y NIEVITA
Hay gente que deja huellas en lo que hace y de esas abundan en nuestra querida Manabí. Para esta crónica escogimos tres mujeres que a través del tiempo han marcado camino con la gastronomía como eje y desde diversas áreas: una con su restaurante cuya fama trasciende hasta nuestros días, otra en la televisión, con el primer programa sobre cocina y la siguiente, subida en las redes sociales, como una verdadera influencer.
Unidas por el amor a la cocina y por la tierra manabita que las vio crecer, encarnan el legado de féminas que, desde sus fogones y con sus peroles, han dado forma a la rica gastronomía de la región. Aunque sus caminos fueron distintos, sus historias se entrelazan en un hilo de tradición y sabor que atraviesa generaciones.
Sara Chávez Cedeño, nacida en 1913 en La Mocora, sector rural de Portoviejo, fue la primera en trazar este camino. Desde niña, bajo la guía de su madre, aprendió a domar el fuego del horno y a darle vida a los platos que el campo ofrecía.
Al quedar huérfana, emigró a Portoviejo, donde su espíritu emprendedor la llevó a instalar una fonda en La Placita. Allí, con su carisma y su habilidad en la cocina, Sarita, como la conocían todos, se convirtió en una figura esencial de la gastronomía popular.
Su famoso “boludo” era un estofado de carne sobre arroz que saciaba el hambre de sus comensales y su sabor y aroma inconfundibles se colaba en los recuerdos de todos aquellos que pasaban por su fonda.
Décadas después, en 1925, nacía en Manta Yolanda Aroca Campodónico, hija de inmigrantes italianos que trajeron consigo los secretos de la cocina europea.
Aunque creció en Guayaquil, donde sus padres instalaron un restaurante, Yolanda absorbió las tradiciones culinarias de su familia y se enamoró de la cocina manabita.
En 1960, desde la pantalla de canal 4 en Guayaquil, con su programa “Cocine con gusto”, Yolanda se convirtió en una pionera de la televisión gastronómica en Ecuador. Sus recetas, que combinaban lo mejor de la cocina italiana con los sabores ecuatorianos, llegaron a miles de hogares, llevando consigo una porción de Manabí a cada mesa.
Yolanda y Sarita, aunque nunca se conocieron, compartían el mismo objetivo: alimentar cuerpo y alma con cada plato.
La tradición continuó con Nievita Zambrano, la más joven de las tres, nacida en la ruralidad de Chone. Orgullosa de sus raíces como buena manaba, aprendió desde pequeña a manejar con maestría los ingredientes que sus ancestros usaban, convirtiéndose en un referente de la cocina tradicional.
Pero Nievita no se detuvo ahí. Con la ayuda de su hijo y de su nieto, llevó la tradición familiar al mundo digital, convirtiéndose en una verdadera influencer culinaria. Sus videos, donde enseña a preparar platos como la Tonga, son seguidos por miles, asegurando que la cocina manabita siga viva y vibrante en las nuevas generaciones.
Así, las vidas de Sarita, Yolanda y Nievita hacen finalmente en una sola historia, la de la cocina manabita que, a través de sus manos, logran un solo propósito: preservar y compartir los sabores de Manabí con el mundo, demostrando que la cocina es mucho más que recetas: es un legado que une a las personas y mantiene viva la identidad de un pueblo.